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Matheo Rincón Galvis, 27 años

“Me empiezan a mandar pantallazos de supuestos tuits en mi contra sobre maltrato físico y psicológico que supuestamente hice a mi ex pareja”. Esas fueron las palabras de Matheo al recordar uno de los momentos màs complicados en su vida por cuenta de una serie de publicaciones en la cuenta de Twitter de su ex pareja, a quien él quiso llamar Melannie. Quien lo estaba  acusando por medio de su cuenta personal de la red social Twitter de violentarla  física y psicológicamente durante la relación de 2 años que tuvieron.

Matheo cuenta que el final de la relación fue tormentosa para los dos, pero incluso, a pesar de todo lo que implicó emocionalmente la ruptura para ambas partes, supuestamente para él habían quedado en buenos términos y cómo amigos.  Luego de un tiempo, Matheo cuenta que sus amigos le empezaron a enviar pantallazos de publicaciones en twitter en las cuales su ex pareja, junto con unas amigas lo tildaban de agresor e incluso decían tener pruebas en su contra  para denunciarlo. 

“Alcance a leer tres tweets en los que ella decía que yo la maltrataba psicológicamente, que la hacía sentir inferior a otras mujeres, que la comparaba y que le pegaba”. Matheo afirma que no quiso seguir leyendo esta información pero que sabía, por sus amigos,  de la existencia de por lo menos 15 tweets más en los que según él, era calumniado sin ni siquiera mostrar pruebas de las afirmaciones. 

Para ese entonces Matheo hacia parte y trabajaba en una organización feminista, donde habían tanto hombres como mujeres que eran activistas y pertenecientes a la  Universidad de La Salle en Bogotá. Afirma  que una vez supieron del caso y de las publicaciones en su contra lo sacaron de la organización sin escuchar lo que él tenía por decir.  

“Denuncie el hecho ante la Secretaría de la mujer, pregunté si había un protocolo para las calumnias por redes sociales y lo que me responden es que tengo que ir a la Fiscalía”. Ante esto afirma que no quiso poner el denuncio formalmente ante la Fiscalía por no desmeritar la organización feminista en la que estaba y porque guardaba la esperanza de que su expareja se retractara.

Acudió a más organizaciones feministas pero ninguna le dio respuesta, argumentaban  que esos casos le podían quitar  credibilidad a las demás denuncias de mujeres por medio de redes sociales. Pasaron los días y no hubo un arrepentimiento, ni una publicación que limpiara su buen nombre y los tweets simplemente fueron borrados por parte de su ex pareja.

A consecuencia de esto a Matheo no lo volvieron a contratar y  aceptar en ninguna organización feminista por supuestamente tener antecedentes de maltrato físico y psicológico hacia sus ex parejas. 

De estas personas, el 97% usa internet para comunicarse, empleando, en orden de la relevancia, las redes sociales.
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